No se oye el gentío, ni el toque del tamboril, ni los vivas a la Virgen, ni el crujido de las ruedas del simpecado, ni el roce de los varales, ni los rezos, ni el cante por sevillanas porque la filmación de la romería en blanco y negro -y muda- no lo permite, pero se intuye, porque desde aquel Rocío de 1934 -rodado en 16 milímetros y conservado en los fondos amateur de la Filmoteca de Andalucía- a la fiesta de nuestros días, un Rocío en color y retransmitido en directo, se mantiene la esencia del ritual, fruto de la transmisión de generación a generación.
Y así seguirá siendo. A este fragmento de película rodada por un aficionado, digitalizado en la filmoteca andaluza, le seguirán muchas horas de filmación de la romería. La reciente inclusión de la romería del Rocío como Bien de Interés Cultural (BIC) -máxima figura de protección patrimonial- en el Catálogo General del Patrimonio Histórico Andaluz (CGPHA), garantiza su perdurabilidad en el tiempo, con los valores materiales e inmateriales que esta actividad de interés etnológico lleva implícitos.
Desde la talla de la Virgen del Rocío y el Niño, anónima del siglo XII, o la colección de trajes de la Blanca Paloma -entre los que destacan los ajuares de Montpensier o de la Coronación, y el traje de los Apóstoles-, al juego de insignias y estandartes de la Hermandad Matriz de Almonte, los caminos romeros, las sevillanas o la salve rocieras, la protección abarca un amplio abanico de bienes tangibles e intangibles sin los cuales no puede entenderse la romería del Rocío, un ritual que se remonta a mediados del siglo XVII.
Porque el Camino de los Llanos o de Almonte, el Camino de Villamanrique, el de Moguer o el Camino de Sanlúcar tienen las huellas de miles de romeros, las letras de las sevillanas relatan el diario rociero y el Santuario de Nuestra Señora del Rocío es testigo de rezos y plegarias, al igual que ocurre con espacios como la Capilla Votiva del Santuario, el Pocito de la Virgen y las plazas del Arriero, Doñana y Acebuchal en la aldea, El Chaparral o la Casa Hermandad de la Hermandad Matriz de Almonte, escenarios singulares y con funciones diferenciadas en la organización espacio-temporal de la romería.
En el capítulo de bienes inmateriales, junto a la Romería de Pentecostés, se han protegido, como Bien de Interés Cultural, el Rocío Chico, celebración que acontece cada 19 de agosto desde 1813 en agradecimiento de la población ante la ocupación de las tropas francesas, la Candelaria -o Fiesta de la Luz-, así como las peregrinaciones anuales de las hermandades filiales, que se celebran los primeros días de febrero, y las llamadas 'venidas de la Virgen' a Almonte, traslados de donde la virgen cambia la indumentaria de Pentecostés por la de Pastora.
Tampoco puede entenderse un Rocío, y de ello dan fe los miles de romeros que peregrinan hacia la aldea almonteña, las expresiones musicales y corales, donde destacan las sevillanas rocieras, los toques de gaita y tamboril -cuyo origen se remonta a la Edad Media- y la salve rociera, copla mariana escrita por Rafael León Arias de Saavedra y Manuel López-Quiroga, con música de Manuel Pareja Obregón y Gerardo del Valle Beltrán, ofrecida a la virgen e interpretada en numerosos actos y momentos de la romería.
Al olé de la salve rociera se añade otro elemento característico del patrimonio etnológico vinculado a este ritual festivo, la indumentaria de la romería. Es especialmente identificativa la bata rociera, empleada por las mujeres para hacer el camino. Esta prenda, inspirada en los trajes de flamenca de la Feria de Abril e instaurada en la década de 1920, está compuesta por una o dos piezas que dotan de más versatilidad al traje típico de flamenca.
Junto a bienes intangibles se han protegido en el Catálogo General del Patrimonio Histórico Andaluz los objetos y elementos relevantes vinculados a la Hermandad Matriz para el desarrollo de la romería. Así, además de la talla de la Virgen y el Niño y la colección de trajes, ya mencionados, quedan protegidos los complementos iconográficos y joyas de la Virgen y el Niño, y el juego de andas procesionales, obra de Cayetano González. Se incluyen también la colección de exvotos pictóricos, metálicos y fotográficos, el exvoto cerámico de don Fernando de Orleans, y la colección de paneles cerámicos -integrado por los paneles de 1696, 1919 y 1942-.
Cada uno de estos elementos son parte de un todo, la romería del Rocío, un ritual participativo, de convivencia, vivo, que con el paso de los años, y tras las prescripciones y recomendaciones establecidas para su salvaguarda, mantendrá cada rasgo de su esencia, la rociera. A la filmación anónima rodada en aquel Rocío de principios del siglo pasado le seguirán millones de imágenes, ahora en color.